VECINOS por Algomasquevecinos (Relato erótico Nº27)

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VECINOS

Le agradó sentir que por fin un poco de brisa fresca le acompañaba de regreso a casa. Había sido una de las noches más calurosas que recordaba en ningún otro verano. Tenía la ropa pegada a su cuerpo y realmente necesitaba una buena ducha. A esa hora de la mañana, cuando los primeros rayos de sol acariciaban el cristal del portal de su edificio, se relajó al abrir la puerta que lo devolvía a su hogar tras veinticuatro horas seguidas de guardia en el hospital. Le esperaba la soledad de una casa vacía, pues todavía no le había dado tiempo ni a amueblarla convenientemente en ocho meses que llevaba viviendo allí. No sabía ni siquiera si podría hacerlo solo y no tenía a nadie cerca con quien compartir esa maldita responsabilidad. No tenía ganas ni de pensar en eso cuando sintió un grito cercano de una mujer detrás de él.

“¡Vecino! ¡Espere! ¡Por favor!”. Oyó desde unos metros atrás mientras sostenía la puerta que estaba a punto de cerrar. “Muchas gracias, vecino. Estoy sin llaves y habría tenido que despertar a mis padres. Me ha librado de una buena bronca”. Le dijo sonriendo mientras entraba apresurada al portal, resoplando por la carrera que había tenido que hacer desde que vio a lo lejos que estaban abriendo la puerta.

En el tiempo que eran vecinos, puerta con puerta, no se habían hablado nunca. Sabía que se llamaba Lucía por los gritos de su madre. Unas semanas antes pudo apenas verla unos segundos en braguitas salir al balcón mientras él estaba en el suyo, pues sólo los separaba una pequeña mampara. Todavía no había olvidado esa imagen. Varias veces se había masturbado pensando en la jovencita de veintiún años que tenía como vecina. Él era quince años mayor y llevaba meses sin estar con una mujer y cuando pasó por su lado para entrar en el portal, no pudo dejar de imaginarla tal y como la había visto entonces y su cuerpo volvió a reaccionar a su descarada belleza. Morena con el pelo muy cortito, bajita, delgada y con unos pechos bien formados tiesos y puntiagudos. Lo mejor, su generosa sonrisa y el desparpajo impropio de una chica de su edad.


Esperaron juntos el ascensor y mientras ella se reponía de la carrera y comentaba el calor que estaba haciendo, él no pudo más que deleitarse escuchando el sonido de su voz entrecortada y contemplarla de nuevo. Vestía un vestido rojo con tirantes que le llegaba hasta las rodillas y que se abotonaba completamente por delante. El pelo mojado por el sudor y sus pechos moviéndose libres acompasando la cadencia armónica de su agitada respiración. Contó uno a uno los trece botones que lo separaba de su cuerpo semidesnudo, y mientras sonreía a los comentarios de ella, él pudo calcular mentalmente el tiempo que le llevaría quitarlos, tal vez rápido o tal vez despacito y con calma, según la situación, recreándose en cada trozo de la delicada y suave piel que descubriría en su camino.

“Perdona vecino, nunca nos hemos presentado. Me llamo Lucía”. Le dijo interrumpiéndolo en lo mejor de sus pensamientos.

“Ah, perdona, yo soy Tristán”. Respondió sintiendo que lo habían pillado in fraganti cuando recuperó la consciencia.

“Pues encantado de conocerte”. Dijo acercándose a él para besarlo y, entonces, pudo sentir la suavidad de su piel y la delicadeza y fragilidad de su cuerpo, a la vez que el dulce aroma a mujer que emanaba. Todo su cuerpo se tensó al contacto con ella y su excitación se hizo máxima.

“No conozco a nadie que se llame así. Me gusta tu nombre”.

En ese momento abrió la puerta del ascensor para que entrara ella. Como tenía claro que los dos iban al mismo sitio marcó el noveno piso y comenzaron a subir.

“Perdona que te pregunte pero, ¿a qué te dedicas? porque se nota que de fiesta no vienes”.

“Soy técnico en el hospital. Trabajo en mantenimiento y vuelvo de guardia”.

“Pues debes de estar muerto. Yo en cambio vengo de estar con unas amigas de fiesta y no es lo mismo, claro”.

Ella se sonrió pensando en la mentira que acababa de decir. Si pudiera imaginarse su vecino lo que realmente había hecho. Que sí es cierto que empezó la noche con unas amigas pero no terminó precisamente con ellas. Que la cosa había mejorado cuando conoció a un chico con quien se puso tan cachonda y caliente con sus caricias y sus bailes que terminaron en su casa. Ese chico la había hipnotizado con sus ojos verdes intensos, el color moreno de su piel y su forma de moverse bailando. No era precisamente guapo ni le importaba porque le pareció tan atractivo que a la primera oportunidad que tuvo de estar con él ya se había dejado meter mano hasta donde él quiso llegar. Al principio sus piernas se acoplaron a su cuerpo y sus braguitas se mojaron a más no poder con el roce de su piel, luego le siguieron sus dedos que hábiles llegaron al centro de su pasión mientras ella jadeaba besando su cuello mientras bailaban. El cadente movimiento y la fricción de sus cuerpos la hizo volar tan alto que en menos de media hora ya habían huido de la discoteca dejando a sus amigas boquiabiertas. Habían follado tan intensamente como bailaron. No se había dejado ninguna parte del cuerpo de su amante sin probar ni descubrir, y su licor de hombre la acompañaba sobre su cuerpo y su boca. A ella le encantaba que la bañaran así. Se fue sin despertarlo. Ya tenía todo lo que había necesitado de él.

En el trayecto del ascensor no se dijeron nada. Sólo se alternaban las miradas entre ellos y se sonreían disimulando lo que realmente estaban pensando.

Ahora ella se fijó en él. Vio a un hombre mayor que ella, moreno, fuerte, alto y con unas manos muy grandes que aunque limpias todavía recordaban que habían estado llenas de grasa. Vestía unos vaqueros y una camiseta blanca que llevaba muy pegada por efecto del calor. Todo su cuerpo transpiraba. No se imaginaba que la mayor parte de su sudor era propiciado por ella. “Me está mirando”, pensó ella. “Qué pensaría de mí si supiera de dónde vengo en realidad. Ya lo sé. Que soy una jovencita muy zorrona que se acaba de tirar a un desconocido sólo porque la ha puesto muy cachonda. Si es eso lo que soy. Si supiera que voy desnuda bajo el vestido. Que perdí mis braguitas todavía en la discoteca y que llevo toda la noche así… Lo he vuelto a pillar mirándome. Espero que no me pille mirándolo a él. Qué vergüenza. Voy a abrir un poco las piernas para que me entre un poco de aire por aquí abajo porque me estoy volviendo a calentar”, y le sonrió como si no pasara nada.

“Me parece que esto se este viaje se está haciendo más largo que nunca. Como no llegue pronto a casa me la saco aquí. Joder, ahora mismo me arrodillaría y le lamería tanto su rajita que se fundiría mi saliva con sus flujos mojando todo el ascensor hasta hacerla jadear. Seguro que con la cara de inocente que tiene hace tiempo que no la hacen disfrutar. Su novio no le hará el caso que se merece”, pensaba él mientras le devolvía la sonrisa.

“Parece tímido. Pero no debe de ser tan serio. Lo que pasa es que está cansado. Mira qué ojeras tiene. Pero sus manos… me están volviendo loca sus manos. Son tan grandes. Seguro que tiene la piel dura y áspera. Manos de mecánico. No me importaría que me girara contra la pared y sin decirme nada me agarrara con esos brazos tan fuertes y me apretara sin dejarme escapatoria. Sólo de sentirme así, prisionera de un hombre tan hombre ya me mojo entera. No me importaría sentir esas manos apretujando mis tetas. Metería una de ellas en mi boca para lamer sus dedos mientras la otra abarcara toda mi entrepierna. Todo mi ser estaría receptivo a sus rudas caricias. Sería su presa y él mi cazador. Seguro que sabría manejar mi cuerpo con la maestría con que trata cada una de sus máquinas, con delicadeza a veces y con fuerza otras. Utilizaría sus herramientas para ponerme a punto, prestando atención a todos mis movimientos. Entrando y saliendo de mi cuerpo hasta asegurarse el perfecto funcionamiento de mis entrañas. Yo, agradecida, lamería su más preciada y dura herramienta hasta que descargara sobre mí, me encanta que lo hagan así”

“Ya hemos llegado”. Dijo él mientras ella abría sus ojos y se ruborizó cuando le abrió la puerta para dejarla salir. Casi sin respiración sintió que su fantasía terminaba cuando más necesitaba que hubiera sido real.

Se despidieron sin palabras pero con unas miradas que se resistían a abandonarse y volver a la realidad.

“Un momento”, pensó ella, “Creo que no me queda leche en casa. Creo que tendré que pedirle al vecino…

8 respuestas to “VECINOS por Algomasquevecinos (Relato erótico Nº27)”

  1. Es curioso lo que puede pasar en un ascensor. Esta debe ser la fantasía de todo vecino.

    Felicidades

  2. […] Articulo Indexado en la Blogosfera de Sysmaya Este es un texto que concursa en Relatos eróticos breves. Si quieren participar, aquí tienen las bases. Y si desean ver todos los relatos que concursan, solo tienen que hacer click en la categoría Concurso de rel Este es un texto que concursa en .. […]

  3. me ha parecido buenisimo!

    llevo muchos días descolgada del blog y ahora me estoy poniendo al día…este, quizás porque me hace sentirme ligeramente identificada me ha parecido magnífico ;)

    saludos!!

  4. Algomasquevecinos Says:

    Muchas gracias Eroticorazon y Doradita por los comentarios.

    Me alegro que os gustara el relato.

    Es sólo un juego de fantasías…

  5. […] del A.: LINK Rate this: Compartir:Like this:LikeBe the first to like this post. Dejar un comentario Dejar un […]

  6. […] del A.: LINK Rate this: Compartir:Like this:LikeBe the first to like this post. Dejar un comentario Dejar un […]

  7. putas de lujo siempre veo en http://www.perutops.com pero nunca me eh atrevido a ir con una de ellas pero gracias por el aporte me entretiene y el relato es bastante interesante

  8. antonio Says:

    kiero sexo puedo pagar escriban le dejo una idea de lo k kiero es follar a una man entre 2 uno k le de por delante y el otro solo por el culo si les interesa escriba pago 500 dolares la hora antoniocastrogov@hotmail.es

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